7.2.10
Estrella muerta
Memorias infames dividen los recuerdos
nos dividen y nos forman
nos formalizan con su categoría
me arruinan
me saturan
me prenden fuego con todo su cielo
y yo entiendo que me respondas como a un inútil, solo para no perder la mirada.
Yo sé que nunca hablaremos y veremos como piedras para siempre.
Somos el cielo, somos el destino.
No importa la voz, porque ya no puedo escucharte y hablaré solo por siempre y nunca olvidaré nada.
Devastado, roto como un vidrio en una camilla de hospital. No quiero olvidar, solo quiero llorar en tu hombro.
Y nada de lo que hago me importa, solo espero que la cerradura se abra sola y me adivine el futuro con sus cartas y así saber, si puedo abandonar el negocio y rendirme en el juego o si tengo que esperar con fuerza la muerte.
Hay que saber como encaminar el alma y perdurar el cuerpo, no ser un vegetal insólito porque nadie te va a venir a buscar.
Y soy yo y solo yo hablándole a la nada, llorando tu nombre, quebrándome en pedazos oxidados y sabiendo en cada uno de ellos que soy una fábrica de silencio y así soy transparente y no quiero nada de lo que tengo, es más, aún odio todo lo que tengo y quisiera deshacerme con simpleza de todo aquello que me mantiene despierto.
No, no, no estoy acá, estoy desapareciendo en el aire que fabrico y acá es el único sitio donde me encuentro.
No sé si me quiero apagar, no me importa, me siento como una estrella muerta que todavía se deja ver.
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