30.10.12


Después de caminar sin rumbo
me detengo a percibir en silencio
de la manera más intensa
todos los recuerdos de los eventos
que aquí mismo, puedo sentir, y saber
que están por llegar a mi.

Detrás del espejo no hay nada

Mi rumbo es el espacio,
y por ahí es por donde voy,
hacia ningún lado corro y me estiro para saber
que la nebulosa puede fluir y deshacerse con naturalidad
buscando huecos en el aire

No me detengo más
para saber que no estoy,
y que dejo de estar cuando entro.

Ahí es muy profundo
y se siente al respirar
el olor a la nada que se aproxima,
el desvanecimiento inminente de todo

el desapegue de las personas, la calma, y el viento.

No siempre buscas estar en un mismo lugar,
y te encuentras al despertar
con la nueva luz y los bichitos de los ojos

Ahora puedo distinguir que lo que
me aturde es no saber, no conocer de cerca a lo que ahora
me inquieta y me sofoca

Contra la pared, tirado en el suelo
logre dibujar algunos garabatos

Yo quiero captar la energía bien direccionada,
quiero sumergirme en el mar,
y no olvidar por nunca lo que una vez me dijiste

No atribuyo nada a nadie, pero busco una mirada,
no un limite, una gota de sudor, un suspiro, un momento.
Compartir el tiempo y desanudar toda la angustia
que nos convoca en estos tiempos.

8.10.12

a-e-i-o-u


No pensé nunca más en eso que me inquietaba de las flores, ahora sé que ellas viven bajo el agua y que nosotros respiramos su aroma sin dejar de vibrar por dentro cuando lo hacemos.
Detrás del espejo solo vi las luces que estaban siendo reflejadas y me sofocaban en un intento de vuelo y no hay lugar donde nos llamemos como queremos porque ese está dentro nuestro y se reproduce de distintas formas, flotando en nuestro interior haciendo sentir su efervescencia en el calor de suspiros entre cortados.

Más allá de todo, nunca pude ver de lejos tan bien como veo de cerca tu silueta desfigurarse entre sombras y perderse en la humedad del ambiente, dejando de volar por un segundo y cumpliendole los sueños a todos los fantasmas. 
Es asombroso como la tormenta se aproxima y fluye radiante sobre nuestras cabezas, dejándonos equilibrados de fuerza y valiéndose de toda selva y alma que nos une a esta tierra y a esta dulce niebla que nos visita por la mañana. 
Ya no distingo en que momento fue que me detuve a sentir el rocío y a ver las estrellas desparecer. Me gusta sentirte cerca cuando el viento es cálido y tu sonrisa se asemeja a los colores del espacio. Mojados por el agua, nos encintamos de matices y liberamos en el pasto todo lo que habíamos consumido y todo aquello que nos había consumido.

Para entonces ya era tarde, y ya habíamos conocido los olores de la noche y el frío suave de la oscuridad y las picaduras de mosquitos.
Nos embarcamos en un viaje de sabores tan propios como ajenos, vomitamos para afuera el encierro que habría adentro y nos dimos besos para saber que era real; y cuando llegamos, el humo en los ojos, las lágrimas, las hojas y todos los momentos se desvirtuaron quedando tácitos en lo más adentro de los latidos del corazón, penetrando hasta el más profundo poro de nuestra piel y tomando el camino, la forma, ajustándose en el aire y acomodándose en el espacio y en el tiempo.