8.10.12

a-e-i-o-u


No pensé nunca más en eso que me inquietaba de las flores, ahora sé que ellas viven bajo el agua y que nosotros respiramos su aroma sin dejar de vibrar por dentro cuando lo hacemos.
Detrás del espejo solo vi las luces que estaban siendo reflejadas y me sofocaban en un intento de vuelo y no hay lugar donde nos llamemos como queremos porque ese está dentro nuestro y se reproduce de distintas formas, flotando en nuestro interior haciendo sentir su efervescencia en el calor de suspiros entre cortados.

Más allá de todo, nunca pude ver de lejos tan bien como veo de cerca tu silueta desfigurarse entre sombras y perderse en la humedad del ambiente, dejando de volar por un segundo y cumpliendole los sueños a todos los fantasmas. 
Es asombroso como la tormenta se aproxima y fluye radiante sobre nuestras cabezas, dejándonos equilibrados de fuerza y valiéndose de toda selva y alma que nos une a esta tierra y a esta dulce niebla que nos visita por la mañana. 
Ya no distingo en que momento fue que me detuve a sentir el rocío y a ver las estrellas desparecer. Me gusta sentirte cerca cuando el viento es cálido y tu sonrisa se asemeja a los colores del espacio. Mojados por el agua, nos encintamos de matices y liberamos en el pasto todo lo que habíamos consumido y todo aquello que nos había consumido.

Para entonces ya era tarde, y ya habíamos conocido los olores de la noche y el frío suave de la oscuridad y las picaduras de mosquitos.
Nos embarcamos en un viaje de sabores tan propios como ajenos, vomitamos para afuera el encierro que habría adentro y nos dimos besos para saber que era real; y cuando llegamos, el humo en los ojos, las lágrimas, las hojas y todos los momentos se desvirtuaron quedando tácitos en lo más adentro de los latidos del corazón, penetrando hasta el más profundo poro de nuestra piel y tomando el camino, la forma, ajustándose en el aire y acomodándose en el espacio y en el tiempo.

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