5.5.12

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Desperezarme es caminar sin saber hacia donde se va,
y nada es mejor que el alivio de aflojar las estructuras y dejar derramar un poco los ojos para empezar a correr.
Me limito a pensar en el futuro, porque ya el presente me agobia, y no llego jamás a ningún lado.
Solo sufro un ciclo de estados que se apoderan de lo que soy yo para esta realidad, y me hundo en el más profundo abismo dejando fluir por mis venas ese aire de lejanía e impotencia.
Porque desestresarse es un camino que va acomplejándose paralelamente.


Hay una lista, a la que pertenezco. Solo pueden saber si allí está mi cuerpo, pero nunca podrán certificarse donde se encuentra mi espíritu.
La confusión me enreda en un mar rojo de ideas mortificantes, y me da la impresión de permanecer estático frente a la encrucijada.
Somos tan sensibles.
Influidos por todas las falacias que rompen los instintos.
Me llena de asco ser un amante artificial y por eso me desintegro de lo que me pertenece, porque me sofoca el miedo, como un destello y desentenderme es lo mismo que ser incapaz.
Somos tan sensibles.


Las texturas fueron olvidando su naturalidad y su mística quedó latente en las partículas que flotan en nuestros días.

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